El modelo pedagógico del Colegio La Colina, denominado “Pedagogía Activa”, fue diseñado como una propuesta diferenciadora que pone al ser humano en el centro del proceso educativo. Se basa en cuatro pilares fundamentales: el humanismo, la confianza al educar, la construcción del proyecto de vida que abarca las dimensiones personal y social, y la experimentación y socialización, correspondientes a la dimensión académica.
Estos principios buscan que niños, niñas y jóvenes desarrollen aprendizajes significativos dentro y fuera del aula. Los cuatro fundamentos que lo sustentan son: Humanismo, Constructivismo, Escuela Nueva y Pedagogía de Proyectos.
De cada uno se han incorporado elementos clave para conformar un conjunto de herramientas y estrategias pedagógicas que han permitido a La Colina consolidarse como una institución reconocida en el ámbito educativo nacional.
Uno de los aportes más importantes de la Escuela Nueva al modelo de Pedagogía Activa es la experimentación como medio para acercarse a los conceptos, fomentando el trabajo en equipo y reconociendo las distintas etapas del desarrollo de los estudiantes.
En La Colina, este enfoque permitió un valioso proceso de innovación educativa, incorporando la socialización como herramienta para consolidar el aprendizaje y la construcción del conocimiento. El estudiante se convierte en el protagonista del aula, relacionando lo aprendido con su vida cotidiana y con contextos reales.
Asimismo, se promueve que los alumnos asistan a la escuela para fortalecer su formación integral, desarrollándose como seres humanos críticos, reflexivos y constructivos.
El modelo pedagógico de La Colina incorpora la idea de que los docentes adopten la Pedagogía Activa por convicción, convirtiéndose en agentes creativos dentro del proceso educativo. A partir de esta base, los maestros diseñan planes de estudio y actividades que integran su imaginación, experiencia y trayectoria profesional, enriqueciendo el aprendizaje de los estudiantes.
Sin restar protagonismo a los alumnos, los docentes fomentan su participación activa, creando entornos educativos basados en la confianza y la afectividad, donde aprender se convierte en una experiencia significativa y placentera.
Asimismo, se promueve la igualdad entre los estudiantes y el aprendizaje en contextos reales, priorizando no solo la adquisición de conocimientos, sino también su aplicación en la vida cotidiana.
La Pedagogía Activa retoma la importancia de la relación entre el maestro y el alumno. En el modelo de La Colina, los estudiantes son los protagonistas del aprendizaje: experimentan, socializan y construyen conocimiento de manera colaborativa. Los docentes fomentan la cooperación en el aula como estrategia para apoyar a quienes necesitan fortalecer sus habilidades y potenciar a quienes destacan en su desempeño.
El docente de La Colina crea espacios que promueven la libertad y la creatividad, permitiendo que los alumnos descubran su esencia y desarrollen su autonomía. Este enfoque requiere un cambio de actitud por parte del educador, quien asume un rol de guía y acompañante, reconociendo que el protagonismo del aula recae en los estudiantes.
Asimismo, el maestro se interesa por sus alumnos en todas sus dimensiones personal, social y académica, entendiendo que son seres humanos que sienten, viven y aprenden para formarse como ciudadanos íntegros y felices. Esta visión se alinea con la filosofía del colegio: “Formar seres humanos felices, capaces de hacer felices a quienes los rodean.”
La Pedagogía Activa integra elementos de la Pedagogía de Proyectos de Aula (PA). Este enfoque promueve el aprendizaje significativo al permitir que los estudiantes construyan conocimiento mediante la interacción social y lo apliquen para resolver problemas y comprender distintos contextos socioculturales. En este proceso, los saberes y experiencias previas se convierten en un valioso apoyo para fortalecer el aprendizaje.
En La Colina, se entiende que el conocimiento se construye a través de la acción. Los proyectos de aula favorecen el desarrollo de niños, niñas y jóvenes como individuos únicos, autónomos y libres, brindándoles herramientas para aprender a socializar, cooperar y armonizar sus comportamientos con los de los demás.
Durante la planificación, desarrollo y culminación de cada proyecto, los estudiantes dejan de ser receptores pasivos de información para convertirse en protagonistas activos de su propio proceso de aprendizaje.